jueves, 4 de julio de 2013

Reseña Histórica

RESEÑA HISTORICA DEL JARDIN DE INFANCIA VICENTE DAVILA

El Jardín de Infancia Vicente Dávila, nace como creación de grupo escolar Vicente Dávila, en el año de 1950, el cual es producto de la concentración de la escuela Caracas, Monseñor Arias y Yaracuy. Se inicia entonces, el Kindergarten atendido por la profesora Miriam Luengo Pardo quien permanece hoy en el recuerdo  de quienes conocieron su labor como excelente docente y pionera de la educación preescolar en el estado.

En ese momento, la Señorita  Miriam como cariñosamente la llamaban quienes la conocían, actualmente  se encuentra jubilada y se desempeñó como maestra en este nivel durante 25 años, es ella quien con bastante propiedad relata en entrevista escrita, que con medios muy limitados y sin contar  ni siquiera con mobiliario, se hizo todo lo posible para organizar un Kindergarten.

Además de las carencias del mobiliario  y otros materiales apropiados se tropezó con un gran obstáculo: La ignorancia de la mayoría de los padres que pretendían que sus niños de 4 o 5 años ingresaran al Kindergarten para el aprendizaje de la lectura y escritura, pero poco a poco se superó este inconveniente, gracias a frecuentes reuniones donde se les informó sobre los objetivos de la educación preescolar y su importancia.

 Había una sola aula para Kindergarten del colegio Inmaculada Concepción, el único y muy famoso que existía  en Mérida, y es donde se aplicaban técnicas apropiadas al lado de la profesora Especializada.

Con buena voluntad y dedicación absoluta  se obtuvo muy buenos resultados y después de 3 a 4 años, el Ministerio de Educación doto a nuestras  aulas con el material necesario.

Se contó con el invalorable aporte  de otras maestras: Hersilia de Mora, para ser dos docentes por aula y se incrementó la matrícula de alumnos. La dirección organizó un pequeño parque con columpios, tobogán, entre otros, en el patio adyacente, los pequeños cultivaban un jardín asistiendo masivamente y con entusiasmo.

Se hacía énfasis en la formación moral, la educación sensorial y el desarrollo motor de los pequeños. El conocimiento musical permitió cultivar en los niños el sentido del ritmo, dirigir sus  manifestaciones artísticas y sembrar en ellos el amor por todo lo bello, dando como resultado que muchas de las poesías y canciones eran creaciones de los niños y maestras, también las melodías, rondas musicales, sencillas danzas, bailes folklóricos, eran actividades concretas, que disfrutaban con interés y atención.


            La supervisión regional tomo después gran interés y dictó un curso para el personal que trabajaba en varios centros del kindergarten que había ya en la ciudad.

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